Por qué los días de frío nos hacen sentir tristes, según la psicología

Si tus emociones están vinculadas a la tristeza en días de frío, la psicología tiene la respuesta.
Por qué los días de frío nos hacen sentir tristes, según la psicología
Por esta razón sientes tristeza en días de frío. Foto: IStock
lunes, 14 de abril de 2025

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Es una experiencia común sentir un cambio en el estado de ánimo en respuesta a las condiciones climáticas. Los días grises, lluviosos y fríos a menudo se asocian con sentimientos de decaimiento, cansancio o melancolía, mientras que los días soleados y cálidos tienden a generar energía y optimismo. La psicología ha explorado esta conexión, revelando cómo la lluvia, el frío y la nubosidad pueden impactar nuestro bienestar emocional.

¿Por qué los días de frío nos sentimos tristes?

La lluvia, al disminuir la luminosidad y, por ende, la exposición a la luz solar, juega un papel crucial en la regulación de nuestras emociones. La luz solar es un activador clave para la producción de serotonina, un neurotransmisor directamente vinculado a las sensaciones de bienestar y felicidad. La reducción de la luz solar en días lluviosos puede provocar una disminución en los niveles de serotonina, contribuyendo a un estado de ánimo más bajo o incluso a la aparición de tristeza sin una causa aparente. Investigaciones han respaldado esta observación, encontrando una mayor probabilidad de reportar síntomas depresivos durante climas nublados o cubiertos.

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Un fenómeno psicológico bien documentado, el "trastorno afectivo estacional" (TAE), ilustra claramente el impacto de la falta de luz en el estado emocional. Las personas con TAE experimentan síntomas similares a la depresión, como fatiga, alteraciones en el apetito y dificultades de concentración, durante las estaciones con menor luz solar, generalmente a finales de otoño e invierno.

Aunque no todas las personas son susceptibles al TAE, la lluvia y la oscuridad pueden intensificar sentimientos de melancolía o apatía en individuos sensibles a los cambios de luz.

El frío, por su parte, desencadena un fenómeno psicológico asociado a la disminución de la actividad y el aislamiento social. Las bajas temperaturas a menudo nos impulsan a permanecer en espacios cerrados, reduciendo la interacción con otros. En situaciones de frío extremo, la tendencia a buscar refugio en el hogar puede generar sentimientos de soledad o tristeza, especialmente si este aislamiento se prolonga.

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Desde una perspectiva evolutiva, la conexión entre el clima y nuestras emociones tiene raíces profundas. Los seres humanos hemos desarrollado respuestas emocionales a las condiciones ambientales debido a la relación directa entre el entorno y nuestra supervivencia. La luz solar, históricamente vinculada a la vitalidad, la búsqueda de alimentos y la actividad, genera respuestas positivas. En contraste, el frío y la lluvia se han asociado con períodos de escasez o descanso forzado, lo que podría explicar las respuestas emocionales más negativas que a menudo evocan. Comprender esta conexión psicológica nos permite reconocer y abordar mejor cómo el clima influye en nuestro estado de ánimo.

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