La planta aromática de fácil cuidado que llena de color tu jardín
Hay muchas plantas que no solo aromatizan sino que sirven para traer abundancia, dinero y prosperidad a tu hogar. Para aprovecharlas al máximo y disfrutar de sus beneficios, debes aprender a cuidarlas correctamente, y además, decoran tu hogar con sus bellos tonos.
¿Cuál es la planta aromática que debo tener en mi jardín?
La lavanda es una planta muy apreciada en jardinería por su aroma, flores violetas y beneficios prácticos. Además de embellecer los jardines, actúa como un repelente natural de plagas, alejando insectos como mosquitos y moscas, mientras atrae polinizadores esenciales como abejas y mariposas, lo que favorece el equilibrio ecológico.
Resistente y de bajo mantenimiento, la lavanda prospera en climas soleados y suelos bien drenados, soportando la sequía y sin requerir cuidados complejos, lo que la hace ideal para cualquier jardinero. Su versatilidad es otra de sus grandes cualidades, ya que sus flores se utilizan en aromaterapia, aceites esenciales, cocina e incluso para purificar el aire, creando un entorno relajante y saludable.
Incorporar lavanda en un jardín aporta belleza, funcionalidad y sostenibilidad. Puede combinarse con otras plantas ornamentales o utilitarias, ya sea en macetas, bordes o canteros, ofreciendo un toque distintivo. Más allá de su aspecto decorativo, es un recurso integral que transforma los espacios verdes en refugios naturales.
¿Cómo cuidar la lavanda?
La lavanda requiere cuidados específicos para mantener su salud y belleza. Necesita al menos seis horas diarias de luz solar directa, y si se encuentra en interiores, es recomendable usar luces de cultivo durante los días de invierno. Aunque es una planta tolerante a la sequía, en épocas de calor intenso puede requerir riegos
más frecuentes, pero siempre evitando encharcar el suelo.
Es fundamental que el sustrato tenga un buen drenaje, por lo que es aconsejable utilizar tierra arenosa o añadir gravilla al fondo de la maceta. Además, la lavanda prospera mejor en un sustrato alcalino, por lo que si el suelo es ácido, se puede corregir añadiendo cal.
En cuanto a la fertilización, no suele ser necesario aplicar abonos, aunque un poco de fertilizante antes de la floración puede ser beneficioso si el suelo es pobre.
La poda es recomendable a principios de primavera o en otoño para promover el crecimiento de nuevas ramas y flores. Durante el invierno, es importante proteger la planta de las heladas, cubriendo la base con ramas o paja, y si está en una maceta, trasladarla a un lugar con temperaturas entre 10 y 15 ºC. Con estos cuidados, la lavanda se mantendrá saludable y aportará su característico aroma y belleza al jardín.
Por último, si quieres aprender a reproducirla solo debes cortar un par de tallos de la planta madre, y hacerlo mediante esquejes. Aprende todos los trucos de jardinería y logra que tus plantas sean la envidia de todos.