Esto es lo que le quieres decir a tu cerebro si te bañas por las noches, según la psicología
Con el avance de la psicología se han respondido muchas dudas sobre los comportamientos humanos, desde el motivo por el que muchos hablamos solos, hasta distintos rasgos de la personalidad que deben atenderse. Además, explica también como cuidar, ayudar o "alimentar" a nuestro cerebro y qué comportamientos modificar, aumentar o eliminar. Esta vez, hablaremos de lo que significa para esta ciencia el ducharnos por la noche.
¿Qué quiere decir bañarnos en la noche?
Darse un baño por la noche es una práctica beneficiosa tanto para la salud física como mental, según diversos expertos en psicología. Además de su función higiénica, esta rutina puede preparar el cuerpo y la mente para un descanso más reparador. La psicóloga Jennifer L. Miller explica que el agua caliente y los movimientos repetitivos sobre la piel ayudan a reducir el cortisol, la hormona del estrés, promoviendo un estado de calma y relajación ideal para desconectar después de un día ajetreado.
Asimismo, ducharse con agua caliente antes de dormir influye positivamente en el ciclo del sueño. La Dra. Sheryl R. K. Watts señala que el aumento temporal de la temperatura corporal seguido de su descenso natural envía señales al cerebro para facilitar la somnolencia, ayudando a conciliar un sueño más profundo y reparador.
Además, la terapeuta Andrea H. Nichols destaca que este hábito puede funcionar como una forma de autocuidado, ofreciendo un espacio para liberar tensiones acumuladas y renovar la mente. De este modo, la ducha nocturna no solo mejora la calidad del sueño, sino que también fomenta el bienestar emocional, convirtiéndose en un ritual sencillo pero efectivo para cerrar el día.
¿Cómo disminuir los niveles de cortisol?
Para mantener bajos niveles de cortisol, la hormona del estrés, es importante adoptar un estilo de vida equilibrado que combine hábitos saludables y una buena gestión emocional. Esto incluye realizar ejercicio regularmente sin excederse, dormir lo suficiente y llevar una alimentación variada que incorpore alimentos ricos en vitamina C, B y magnesio, como frutas cítricas, pollo, pescado, huevos, acelgas, espinacas y aguacate.
Además, es muy importante practicar técnicas de relajación como meditación o yoga, mantener relaciones sociales saludables y organizar el tiempo de manera efectiva son clave para reducir el estrés. El consumo de probióticos, DHA del omega-3 o suplementos como la fosfatidilserina también puede ser beneficioso, especialmente tras actividades físicas intensas.
Por otro lado, infusiones de plantas como el tulsí o albahaca morada contribuyen a la relajación. La hormona oxitocina, vinculada a situaciones de empatía, confianza y altruismo, también juega un papel importante, ya que su aumento contrarresta los efectos del cortisol, promoviendo un estado de bienestar general.
Recuerda que hacer ejercicios, como caminar, no solo ayuda a tu cerebro sino que a tu cuerpo a mantener controlado el nivel de cortisol por lo que con 30 minutos diarios verás un antes y después en tu salud. Aprende a escuchar a todo tu organismo y verás que necesitas para sanar interna y externamente, pero no olvides consultar con tu médico de cabecera.